lunes, 4 de abril de 2011

Índice de inclusión



En los días anteriores, en clase hemos trabajado el índice de inclusión, además de generar una buena organización, ya que debíamos distribuirnos los roles de cada una en este trabajo,y apuntar lo hecho en el día, con unas normas y unos objetivos, además de realizar posteriormente una evaluación. Todas leímos la historia de Jorge, un niño con la enfermedad de síndrome de Down, en la que no se entendía como no podía ir al mismo colegio de su hermano y tenía que asistir a otro especializado para niños como él. Con este texto hemos visto que el sistema educativo no está preparado para acogerles con igualdad, aunque con los niños se trate la tolerancia vemos que no es llevado a la práctica por el propio sistema educativo.


El índice de inclusión tiene como objetivo recoger las características de la escuela inclusiva, y se puede definir como la integración de todos los alumnos a la escuela eliminando barreras existentes en el aprendizaje y fomentando la participación, la integración, la igualdad de oportunidades y facilitan una educación más personalizada.

Nosotras elegimos el cuestionario de dimensión A del índice de inclusión: Crear culturas inclusivas, construir una comunidad

Indicador: Todo el mundo se siente acogido.

En este cuestionario trata la integración de las escuelas con los niños con deficiencias, con niños migrantes o simplemente con los niños y las familias que llegan de nuevas al colegio.

Como resumen del cuestionario puedo decir que los colegios generalmente no son integradores, pero a medida que avanza el nivel escolar en la enseñanza, encontramos más centros que sí que lo son, es decir, que es más difícil ver colegios integradores que institutos, pero en el caso de los institutos muchos que si lo son y están muy bien adaptados para los niños con deficiencias además de contar con el personal adecuado, y también este tipo de centros tiene en cuenta el periodo de adaptación de los niños nuevos sean migrantes, con deficiencias o niños que simplemente vienen nuevos a él. En mi opinión creo que todos los centros sean el nivel escolar que sea deberían de ser integradores, ya que no veo normal separar a los niños según sus culturas o sus deficiencias, creo que todos pueden aprender de todos y la división en grupos solo puede provocar un menor aprendizaje, todos nos podemos adaptar a todo.

A continuación pongo una historia que puede hacer ver mejor lo que es excluir a las personas y lo que realmente deberíamos hacer.

Un hombre de una ciudad se encontró con un viejo conocido a quien no veía desde hacía mucho tiempo. El hombre tenía previsto celebrar el día siguiente una cena con un grupo de amigos y amigas que también le conocían y que tampoco sabían nada de él desde hacía muchos años, y le invitó a cenar. El hombre era buen cocinero y preparó una cena espléndida: entrantes variados, guisos de toda clase y un pastel con frutas confitadas. Todo regado con buenos vinos. El mismo día de la cena, cayó en la cuenta de que su viejo amigo –no recordaba demasiado bien el porqué- tenía que tener mucho cuidado con lo que comía y que seguramente nada de lo que había preparado con tanto cuidado le iría bien. Le llamo enseguida explicándole lo que pasaba, y le dijo que lo sentía mucho, que más valía que no fuera a la cena y que ya le avisaría cuando celebrase otra.

Otro hombre de la misma ciudad se encontró en la misma situación. También había preparado una cena espléndida para sus amigos y había invitado a un viejo conocido de todos con el que se había encontrado un par de días antes. La misma tarde de la cena, otro de los invitados le hizo caer en la cuenta de que, por si no se acordaba, el viejo amigo no podía comer de todo. El hombre, que se había olvidado de ello, corrió a llamar a su amigo para preguntarle si aún tenía el mismo problema y para decirle que no se preocupara, que fuera de todos modos, ya que le prepararía a él un plato de verdura y pescado a la plancha.

Curiosamente, un tercer hombre de la misma ciudad, también muy respetado, se encontró con un caso idéntico. Cuando ya lo tenía prácticamente todo a punto, se acordó de que aquel a quien había invitado a última hora tenía que seguir una dieta muy estricta. Entonces cambió el menú deprisa y corriendo: seleccionó algunos entrantes que también podía comer su viejo amigo, guardó los guisos en el congelador para otra ocasión e improvisó un segundo plato, también espléndido, pero que todo el mundo podía comer; también retocó el pastel, y en vez de fruta confitada le puso fruta natural. Llegada la hora de la cena, todos juntos comieron de los mismos platos que el anfitrión les ofreció.

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